lunes, 15 de abril de 2024

Las trajineras de Xochimilco



    Un buen amigo, ya hace tiempo, antes de partir a este precioso país, me dijo: “si vas a ciudad de México tienes que visitar Xochimilco”.  No podía, pues, dejar en el olvido ese consejo. 




    Pues bien, estaba hace unas semanas organizando fotografías de viajes pasados. Un hábito que hay que realizar con cierta periodicidad para no perder esas instantáneas. 
  Quería asegurarme que estaban bien archivadas y resguardadas en diferentes discos duros para no olvidar esos recuerdos.
    Sorpresivamente, apareció una de esas típicas embarcaciones mexicanas que tan famosas se han hecho universalmente. Tanto que, cuando navegas en algún buscador en internet, tratando de ver imágenes típicas de México, nos encontramos (al igual que unos mariachis, un sombrero mexicano, una playas caribeñas, el Zócalo de ciudad de México, la Virgen de Guadalupe o una botella de  tequila) con la fotografía de unas trajineras en Xochimilco. Han sobrepasado, sin duda, las fronteras del país. 





    Hace casi cinco años que no regreso hasta estas latitudes de América y, aún habiendo transcurrido tanto tiempo, tengo maravillosos recuerdos de este precioso país norteamericano, de bandera tricolor, cuyo escudo (basado en la leyenda azteca de la fundación de México-Tenochtitlan, antigua capital del imperio azteca) está formado por la imagen de un águila real devorando una serpiente sobre un nopal.   




   He viajado en varias ocasiones a México. Conozco parte de la costa del Pacífico (especialmente al zona de Vallarta), la impresionante ciudad de Puebla, México capital, el estado de Txascala, Guanajuato, Guadalajara,  etc., etc. Gente acogedora y hospitalaria donde siempre he recibido mucho cariño.
    Sin embargo, me parecía injusto no dedicarle unos párrafos a las famosas trajineras de Xochimilco. Era éste, así lo creo, el momento oportuno para escribir sobre ellas.
 


   

    
    Estas embarcaciones, de poco fondo y formas aplanadas, están diseñadas para esas aguas (tranquilas y sin mucha profundidad)
    Perfectas para navegar por ese inmenso laberinto de canales (de muy diversa extensión y anchura), sirven también de red de comunicación para los que allí viven. Estos canales son parte de un gran entramado acuífero construido por los aztecas que, incluso, incluye algunos lagos artificiales. 
    Aunque se ven en otras partes del país, es aquí donde más fama han cosechado.    
    Sorprende, especialmente, el colorido (con predominio del azul, rojo, verde y amarillo) y la llamativa decoración de las trajineras. No pasan desapercibidas. 
   Son los propios dueños los que deciden libremente el color. En la parte delantera llevan una carátula pintada, anteriormente predominaban las de flores naturales tan abundantes en Xochimilco, con sus nombres (normalmente femeninos y diminutivos). Desde luego, impactan a primera vista. 




    Son muchos los turistas y capitalinos que se acercan, especialmente los fines de semana, a disfrutar este paseo por los canales en una trajinera. Nada debe extrañar que algún viajero definiera a Xochimilco como "la Venecia Mexicana y colorida".
    Además, por su cercanía a ciudad de México es también un importante pulmón verde de la ciudad y un lugar donde encontrar algo de tranquilidad frente al bullicio de esa gran megaurbe (una de las más pobladas del mundo).






        Es importante recordar que Xochimilco es más que un reclamo turístico. En 1987 la UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural Mundial de la Humanidad por ser "testimonio vivo de la cultura lacustre del valle de México, con sus chinampas, sistema agrícola único en el mundo y un ecosistema que contribuye a la viabilidad ecológica..."
    Y es que, además, es un lugar histórico, prehispano, ya conocido por la fertilidad de estas tierras y las buenas condiciones para el cultivo y la agricultura. 
    El propio nombre proviene del idioma náhuatl que significa "lugar de terreno fértil para las flores".
    Vale la pena, mientras escribo estas líneas, explicar qué son las chinampas, tan características de Xochimilco. 
    Se trata de un método de cultivo mesoamericano, muy anterior a la llegada de los españoles a este continente, que, gracias a la utilización de una especie de balsa recubierta de tierra, se convertían en territorios fértiles -algunos verdaderos jardines flotantes- para el cultivo, especialmente de flores y legumbres. 
    Al cúmulo de estos islotes artificiales (rellenos de lodo, barro, tierra y ramas) se les llaman chinamperas.  










    En todo caso, puedo decir que cumplí mi deseo, y el de mi amigo, al conocer este lugar. 
    Cumplí también con la tradición de embarcarme -casi un ritual si te acercas a Xochimilco- en una trajinera mientras unos mariachis nos amenizaban el recorrido 
    Sin duda, disfruté una experiencia muy recomendable donde se sucedieron un cúmulo de bonitas sensaciones. 
    Por ejemplo, además de disfrutar de las vistas, los alrededores y el agradable ambiente creado por las, aproximadamente, diez personas que íbamos en la trajinera, veíamos como se acercaban diferentes vendedores que te ofrecían de todo: flores, bebidas, comida, "souvenirs", objetos de artesanía, .... En cierta forma, era también un pequeño mercado flotante.
 





    Desde este blog no puedo más que recomendaros su visita. Un verdadero tesoro mexicano que merece ser descubierto por el viajero.
    Un lugar de belleza sin igual, un patrimonio cultural e histórico y un pintoresco paisaje lleno de color y flores
 



     Os cuelgo un video de un gran viajero y youtuber (Rubén y el Mundo) con el que he coincidido en alguna ocasión. Un simpático trotamundos que os recomiendo sigáis en las redes sociales




    Acabo este post con una fotografía desde una de las plazas más bonitas y grandes que conozco: el famoso zócalo de ciudad de México.
    Situada en el corazón del centro histórico de la capital mexicana, está considerada la segunda plaza más grande del mundo con aproximadamente 46.800 metros cuadrados. Sólo superada por la de Tiananmén de Pekín. 



 



miércoles, 10 de abril de 2024

Artsy Cascais, un creador de bonitas historias


    Hace unos días estaba leyendo una revista que hablaba sobre los creadores de contenidos. Esas personas, de moda en los últimos años, van compartiendo sus experiencias a través de distintas plataformas sociales. Una manera de dar eco a una serie de vivencias que, en cierta forma, se convierten en un gran altavoz.

    Según avanzaba la lectura de este artículo, me vino a la mente el lugar donde me encontraba en ese momento: el hotel Artsy de Cascais (Home - Artsy Cascais Artsy Cascais - Small Luxury Boutique Hotel, Portugal). Era también, a su manera, un alojamiento creador de bonitas historias.



    Y es así porque el huésped o el comensal presienten que van a experimentar algo único, difícil de igualar y de sospechar. Una singularidad, en todas las vertientes de la palabra, que hace que el tiempo disfrutado entre estas paredes sea memorable.



    Es como si el arte nos envolviera por completo en preciosas estancias, imponentes rincones y fascinantes habitaciones en la que ha tenido mucho que ver la imaginación, algo trasgresora y valiente, de la prestigiosa diseñadora de interiores portuguesa Marta Carreira.



     Descubriremos un pequeño museo de obras de diferentes artistas entre los que quiero destacar la peculiar interpretación de un autorretrato de Rembrandt realizada por la artista Fipsi Seirlern.





    En este sentido, siempre es de agradecer esa apuesta por el turismo de calidad que, aunque lleva a sus espaldas una gran inversión, permite dar nueva vida a un importante patrimonio inmobiliario decimonónico, a la vez que se convierte en un loable desafío artístico.



    El arte como reclamo y como compañía del visitante (en cuadros, mobiliario, escaleras, esculturas, puertas, …) en un hotel que no deja indiferente, con total seguridad, ni por fuera ni por dentro.



    No es casual, consecuentemente, que uno de sus reseñas sea “Where art meets history" (donde el arte se encuentra con la historia).




     Incluso se ha creado un aroma para que nos recuerde a él; para que ese perfume (con detalles de naranja, albahaca, pimienta negra y madera de cedro ahumada) lo asociemos inmediatamente a Artsy. El creador de tan magnífica fragancia fue Lourenço Lucena, único portugués miembro de la Sociedad Francesa de Perfumistas.

    Estamos, como puede adivinarse, en un lujoso hotel boutique con mayúsculas. Un singular alojamiento, con la calificación de cinco estrellas, conformado por dos edificios (uno moderno y otro clásico) que, en cierta forma, son expresión del alma del hotel. Dos polos aparentemente opuestos que se atraen, cuidan y necesitan.



    Lo clásico, representado por la elegancia de una casa veraniega del XIX, se fusiona con la vanguardia de una construcción moderna, rompedora y atrayente (cuya fachada, de geometría cúbica, es obra del artista callejero Alexandre Farto, mundialmente conocido como Vihls).




     El hilo de unión, además de ser ambos el escenario de este precioso hotel, es una estructura acristalada, donde se encuentra el ascensor, que une ambas edificaciones como dando trasparencia y normalidad a esta preciosa e insólita combinación de estilos arquitectónicos.



    Desde luego, no pasa desapercibido a los ojos de cualquier viandante que deambule por la Avenida D. Carlos I de esta preciosa localidad costera portuguesa, antaño importante destino de veraneo aristocrático y de la familia real.




    Diecisiete habitaciones. No se precisan más conociendo la filosofía de un hotel donde el trato amable y personalizado es una de sus constantes.



    ¿Sabías, por ejemplo, que en el edificio moderno el peculiar diseño de la fachada permite dejar entrar los rayos del sol creando un particular laberinto de luces sobre la habitación? Un bonito detalle que resulta incluso cautivador a la vista.



    Su restaurante, con cocina a la vista, es otro derroche de originalidad. No solo en paredes, techos y suelo, sino también, y esto es lo importante, en el plato.



    Nada más entrar es imposible no mirar hacia arriba y quedarse boquiabierto admirando el gran espejo que parece querer controlar con su reflejo cuanto ocurre a sus pies.



    El mar y sus productos, la multiculturalidad (con influencias de otras cocinas del mundo) y la gastronomía portuguesa de toda la vida se juntan en este insólito local donde se prima el producto local, tratando de ser lo más sustentable posible. Todo ello, bajo las directrices del creativo chef David Casaca.








    Por cierto, no olviden conocer su terraza/azotea. Allí descubriremos una coqueta piscina para refrescarnos mientras tomamos una copa. Un espacio de tranquilidad para mimarse a uno mismo.



    No hay duda, en Cascais acérquense a conocer Artsy. Otra bonita historia con mucho encanto que sumar a su vida.





    Finalizo indicando que estos párrafos se publicaron en la web del diario español LA RAZÓN el 8 de abril de 2024.